No todas las personas podemos recordar nuestra infancia. Nuestra canción favorita de niños, o, la comida. No al menos hasta que alguien más nos la dice. Pero, esa memoria no nos pertenece a nosotros; no la hemos formado, sino, un otro . Aunque, solemos recordar alguna, mínima o silenciosa, imagen; preguntas que le hicimos a un familiar: ¿qué sucede si pongo este tenedor en el conector de luz? Hemos crecido. Y ahora pensamos en cómo podemos reconocer el amor. Qué cosas, sin usar una palabra, nos hace reconocer a otra persona, igual que nosotros, solitaria y complicada. Decidimos mirar Cold war (2018) de Pawlikowski y allí sabemos que haber puesto un tenedor en el conector de luz nos hubiese herido menos; que un film nos puede devorar, hacernos conscientes de nuestra soledad. Imaginemos que no hemos visto Cold war . Es el último momento del film . Nuestros protagonistas están sentados en una banca. No hablan. No tenemos la posibilidad de conocer qué hay entre ellos dos, pero, la post
Escrita y dirigida por Woody Allen, La rosa púrpura de El Cairo es una manifestación de amor al cine que pudiéramos emparentar con el concepto carpenteriano de lo real-maravilloso. En ella, es posible que suceda lo impensado, personajes saliendo de la pantalla para vivir “la libertad” de nuestra realidad, y espectadores adentrándose en ella para hacer parte de una película. En el mismo guion de este filme se encuentra una frase relevadora que expone las intenciones estéticas del aclamado cineasta: “Los seres de ficción quieren tener una vida real y los seres reales una vida de ficción” . La rosa púrpura de El Cairo pertenece a una tendencia extendida a propósito de películas que hablan sobre el cine, pero ésta en particular, lo hace desde la mirada del espectador. Mia Farrow encarna al arquetipo amante del cine cuyas ambiciones son ver todas las películas posibles, aprenderse los diálogos de memoria y secretamente desear ser parte de uno. Woody Allen, conocedor de la fiebre que produ