Existimos personas las cuales no recordamos cosas de la infancia. Pero hay otras personas las cuales recuerdan el color de su primer juguete, la sensación al abrazar su oso de peluche e incluso que jugaban con un amigo imaginario llamado Red. Aunque, hay cosas que parece que nunca olvidaremos, por ejemplo, que hemos visto una película en donde un hombre quiere robar un banco y todo le sale mal, que aparecen hackers traídos de Alemania para entrar a las computadoras de una empresa millonaria sin ser detectado, que utilizan equipos sofisticados de explosiones y herramientas costosas para forzar bóvedas. Sabemos que vimos una película donde algún perdedor quiere robar un banco, pero no sabemos el nombre de dicha película. Todos quieren robar bancos en las películas, todos somos perdedores que mientras estamos haciendo la fila en un banco miramos alrededor buscando cámaras de seguridad, como si acaso pudiésemos robar algo. Así que no hace falta el querer recordar cuál es el nombre de la p
No dejaremos de explorar, y al final de nuestra búsqueda llegaremos al punto de partida y conoceremos el lugar por primera vez. T. S. Eliot A lo lejos se ve un sueño llamado siglo XXI. Es un sueño nebuloso, la búsqueda de un futuro mejor, la utopía de ser bueno mañana. Pero ahora hay mucho ruido de fondo, technobeat, colores sobresaturados, MTV en el televisor de la sala, y afuera, en la selva que es la ciudad, la ira se apodera del mundo. Podríamos ver un hongo nuclear por la ventana y no nos inmutaríamos. Solo importa la sed digital, altisonante y brusca. Estamos a finales del siglo XX y este nos ha dado algunas joyas que encapsulan la velocidad caleidoscópica de la cultura digital y la fragmentación como epítome de la experiencias humanas, y una de esas es, sin lugar a dudas, "Corre, Lola, corre", la audaz creación fílmica alemana que desafía la linealidad temporal y la narrativa convencional con la destreza de un DJ cósmico (Esto no es “Atrapado en el tiempo”, ni “Dos vid