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Daría lo que fuera para curarte del llanto [Sobre «Cold war» (2018) de Paweł Pawlikowski]

No todas las personas podemos recordar nuestra infancia. Nuestra canción favorita de niños, o, la comida. No al menos hasta que alguien más nos la dice. Pero, esa memoria no nos pertenece a nosotros; no la hemos formado, sino, un otro . Aunque, solemos recordar alguna, mínima o silenciosa, imagen; preguntas que le hicimos a un familiar: ¿qué sucede si pongo este tenedor en el conector de luz? Hemos crecido. Y ahora pensamos en cómo podemos reconocer el amor. Qué cosas, sin usar una palabra, nos hace reconocer a otra persona, igual que nosotros, solitaria y complicada. Decidimos mirar Cold war (2018) de Pawlikowski y allí sabemos que haber puesto un tenedor en el conector de luz nos hubiese herido menos; que un film nos puede devorar, hacernos conscientes de nuestra soledad. Imaginemos que no hemos visto Cold war . Es el último momento del film . Nuestros protagonistas están sentados en una banca. No hablan. No tenemos la posibilidad de conocer qué hay entre ellos dos, pero, la post

Qué lentitud; qué frío: llorar te lastimará más los ojos [Sobre «The Lobster» (2015) de Yorgos Lanthimos]

Es uno de esos días donde aún sin llover, sin asomarse alguna neblina, todo lo percibes en un azul silenciado. Estás sentado en un banco debajo de un árbol, esperando el bus. Frente de ti logras ver otros bancos, unos tres. Están libres. Mientras miras hacia ellos, sientes inquietud. Crees recordar que has estado, en otra ocasión, sentado junto a alguien mirando sillas vacías. Luego estás seguro que has escuchado una canción con alguien, mientras esperabas un bus. Parpadeas y te percatas de algo: esos asientos vacíos que estás viendo ahora mismo te inquietan tanto porque te producen una sensación de vacío; de que has perdido algo. Bueno, mirar The Lobster (2015) de Yorgos Lanthimos es algo similar a esta sensación.

Cada vez que miro el poster de presentación de The Lobster en algún teatro no deja de estar esa sensación de vacío. Trabajar el espacio en negativo para crear el contraste de un hombre abrazando a otra persona —la cual no está— es algo que te resulta atractivo al instante, por más que su diseño sea minimalista. Incluso que la película lleve un nombre bizarro como La Langosta tiene la menor importancia porque ha sido suficiente el ver su poster de presentación para convencerte de mirarla.



Han transcurrido quince minutos de la cinta. Has notado que no va sobre una película barata de acción que intenta mezclarse con comedia. Ves en su lugar frames constantes donde las personas son ubicadas en alguna zona lateral del plano, y, no aparecen por más de 5 segundos dos personas enfocadas en el plano, solo una. Y en caso de estar otra persona y entablando conversaciones, no logras ver más que un cuerpo recortado de uno de los dos. Si hay un plano general y hay más personas, sus rostros y performance se pronuncian visualmente distantes. Entonces nos hacemos la idea de que estamos mirando fotogramas con una composición atractiva tanto en su colorimetría entre verdes en baja saturación con exposiciones neutras, como en iluminaciones amarillas saturadas. ¿Tanta soledad en dos gamas de color?



Lo curioso es que a pesar de los rostros inexpresivos que hemos visto durante los primeros 15 minutos, cada palabra que dicen son altamente incomodas.

La realidad es que esos primeros minutos nos están preparando para una historia en donde las personas son frías, naturalmente violentas y sin ninguna intención de mostrarse humanos. En un momento le preguntan a nuestro personaje principal: «¿Alguna vez estuvo solo?»; él responde: «No, nunca». Al unir todo veremos en los diálogos algunas respiraciones satíricas del cine de Godard y de las composiciones fotográficas y narrativas de Tarkovsky en The Lobster. Algo que si bien hace de esta pieza cinematográfica ecos y referencias, la hace también un ensayo mordazmente filosófico sobre el malestar de lo que significa estar solo en la contemporaneidad y las complicaciones que lleva el estar en pareja.

En Masculin féminin: 15 faits précis (1966) Jean-Pierre Léaud quien actúa como Paul, también le hacen la una pregunta similar. El diálogo va así:

—¿Cree usted que la gente puede vivir sola?

—No, no lo creo. No se puede vivir sin ternura, sería como un suicidio.


No tengo pruebas y mucho menos dudas de que el personaje principal de The Lobster vio a Godard. Sabía alemán y sobre las langostas, seguro que también sabía quién era Godard.

La manera de funcionar las cosas en The Lobster mantienen una gran intimidad con Masculin fémenin: 15 faits précis en la sátira social de ambos autores, Godard y Yorgos Lanthimos, miramos que por su lado en Masculin fémenin hace la afirmación entre sus diálogos: «la conciencia no determina la existencia, pero, lo social sí la determina» y «La pureza no pertenece a este mundo»; y los personajes de Lanthimos responden a ello como una aceptación, pero, intentan persuadir las ideas totalitarias de Godard. Es como si dijeran: Viejo, sí, sabemos eso; pero, si al menos hay uno de nosotros que puede mantener la ternura hacia el otro, una verdadera, no puede estar tan mal.


La busqueda de la pureza: ecos hacia Tarkovsky

Había dicho que había en The Lobster rasgos que sugerían a Tarkovsky. Sugieren, inicialmente, a su idea pastoral dentro del cine. Toda la filmografía de Tarkovski, a excepción de sus dos primeras obras, The Killers y Soldados no dejen sus puestos, suceden o hay escenas en el campo, pastizales, jardines. La naturaleza. En Solaris la naturaleza actúa como una alegoría de la contraposición de las acciones humanas y su funcionamiento social; la naturaleza actúa como ella misma en un estado de pureza que responde al amor y los actos sexuales. Que la conceptualización del amor es el fin que permite perder todo lo humano como el acercarnos por primera vez.

Mientras hay un frame de solaris una voz en off dice: Mira, yo te amo. Pero el amor es un sentimiento que se puede explicar. Uno puede explicar el concepto, se ama lo que se puede perder. A sí mismo, a la mujer, a la patria. Hasta ahora el amor era inaccesible para la humanidad y la Tierra. ¿Me entiendes, Snaut? Somos tan pocos. Tan solo varios miles de millones. Un puñado. Tal vez estamos aquí solo para sentir por primera vez al ser humano como motivo de amor

The Lobster muestra una naturaleza de perdida. Y esto va desde el nombre. Yorgos Lanthimos ha filmado varias de sus piezas en su idioma natal, el griego, pero en The Lobster el idioma principal es el inglés, incluso el título original está en inglés. Si quitamos la terminación er de lobster el sonido sería el mismo de lost que al español se traduciría perdido.


Este juego de sonidos y pronunciación con el nombre más el diseño del poster, crean un concepto de perdida alrededor de los vínculos intrapersonales, un tema intimista en las piezas cinematográficas de Lanthimos, como en Nimic (2019), y Canino (2009) y Alps (2011)

Paralelo

Se dice que las personas no suelen recordar los filmes por los diálogos de los personajes o su narración en off, sino, por la fuerza de una imagen. Por lo que diríamos que The Lobster es de las películas que podrían permanecer en la retina, como es el caso de La infancia de Iván de Tarkovsky. Hay un paralelismo fotográfico en ambos. Una pareja corriendo en el campo, el hombre tomando a la mujer de la mano, y, un momento donde se fuerzan a parar como excusa de recordarse que se tienen al otro aún así al final todo salga mal.

El final del film deja una insatisfacción, pues, no creíste que justo en esa forma, en ese plano, entre tanto frío, la historia acabara. Pero es justo por eso: la decisión de sacrificar como muestra máxima de amor.



Comentarios

  1. Juan, qué interesante reseña. Me gusta mucho cómo puedes encontrar puntos comunes en esta cinta de Lanthimos con Godard y Tarkovski. Cuando la vi por primera vez, sí que los exteriores me recordaron a Stalker. Imagino que algo tendrá que ver esa paleta tan fría y poco saturada.
    Ojalá vengan más reseñas como esta.

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