
La película El Babadook no es en absoluto un cuento de terror convencional, sino que hace un profundo recorrido por el duelo no elaborado, por la complejidad de ser madre y por el deterioro de la salud mental. El monstruo no está en la oscuridad, sino que es Amelia, quien se nutre precisamente del dolor por la pérdida de su esposo. Con una atmósfera de confusión, la película nos recuerda que el temor no siempre nace de lo que se puede visibilizar; el miedo nos lo otorgan la negación y la creencia de que así evitaríamos las confrontaciones con el mismo. Este film es un recordatorio de que nuestros mayores temores nacen del interior y que, en consecuencia, solamente podremos salir de ellos, si somos capaces de tener el valor de mirarlos de frente.
Para Kent, esta es una muestra de empoderamiento de su propia creatividad.
quien con su largometraje nos impone no sólo la convención del género de terror,
sino que también nos deja un hilo abierto para que más mujeres en la dirección
del cine puedan contar relatos complejos desde su propia perspectiva. Su mirada
demuestra que el horror puede ser un vehículo poderoso para explorar lo más
íntimo, lo social y lo profundamente humano.
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