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Toma, completa el cubo de Rubik [Sobre «Climax» (2018) de Gaspar Noé]

  Estás sentado; frente de ti, sobre la mesa, hay un cubo de Rubik. Sólo puedes ver el lado frontal del cubo. No puedes moverlo; ni tocarlo. Pero si te levantas, podrás ver un lado distinto; el lado de visión paralelo al suelo. Si continúas moviéndote, mirarás los lados faltantes. Pero, hay un lado que no podrás ver: el que está boca abajo, en la mesa. Así es «Climax» de Gaspar Noé. Un Rubik que no puede ser tocado. Completado —y que no quiere serlo—. La cinta es clara. Pero, solo en una cosa: está escrita y filmada basada en sucesos reales. Pero, parece no estar dispuesta a contar algo. Sino, en mostrar. Gaspar Noé. Es cierto que los personajes hablan —y bailan— en lugares distintos del edificio, tanto que sorprende que los otros no escuchen. ¿Qué tan grande se hace la habitación, el hogar como para no sentirnos tan cercanos con el otro aún de que las voces en el espacio son audibles? El baile inicial, tras terminar el prelude de la cinta, donde los entrevistan, parece no tener mu...

De realidades paralelas y sueños en celuloide [Sobre ‘La noche americana’ de François Truffaut]

¿Qué nos hace ser lo que somos y amar lo que amamos? En las primeras historias que conté, mis personajes eran un variopinto grupo de juguetes plásticos que guardaba en una caneca (un spiderman chueco, un demonio al que le mutilé las alas, un beisbolista con una eterna postura de bateo y así, pero esa lista es harina de otro costal). El caso es que recuerdo muy vívidamente ‘armar’ las historias, jugar durante toda la tarde y guardar los juguetes. En la siguiente sesión los organizaba tal como estaban al final del día anterior y continuaba la historia como si no hubiera pasado ni un segundo. Quizá por eso odiaba perderme los inicios de las transmisiones de las películas, quizá por eso me gusta ver todos los créditos finales, imaginar el trabajo conjunto que ha resultado en esa creación que me ha mantenido por horas en un sillón o en la cama. Por eso amo cada visionado de esta joya que es “La noche americana” y por Jacqueline Bisset.

"La noche americana" (1973), dirigida por François Truffaut, nos invita a adentrarnos en el mundo del cine y explorar las intersecciones entre la ficción y la realidad, una temática que resuena profundamente en nuestras mentes ávidas de respuestas para darle sentido a nuestra existencia. La película es una declaración de amor al cine y por ello nos presenta un enigma intrigante: ¿qué ocurre detrás de las cámaras en la creación de una película? ¿Cómo las relaciones entre los actores, los técnicos y el director influyen en el resultado final? Truffaut nos sumerge en el caos y las complejidades del proceso creativo, donde se entrelazan los mundos interno y externo, el rodaje y la pantalla.


La cosa va así: Ferrand, un director de cine interpretado por el mismo Truffaut, se embarca en la producción de su última película (una melodramática “Les presento a Pamela”). A medida que el equipo se reúne en el set y los actores se preparan para dar vida a sus personajes, se revela el frenético y caótico mundo del cine. Truffaut nos muestra con maestría los entresijos de la realización de una película, desde la planificación y el montaje de escenas hasta los desafíos logísticos y las dinámicas del elenco y el equipo. Es aquí cuando Truffaut juega con la línea borrosa entre la realidad y la ficción, y nos lleva a un viaje en el que no siempre está claro qué es real y qué es parte de la película dentro de la película (Truffaut, Ferrant, tiene un sueño recurrente del que nos cuenta partecitas para al final mostrarnos un hermoso homenaje a la ‘Citizen Kane’ de Orson Welles). Esta mezcla de elementos crea una atmósfera en la que nos sentimos como si estuviéramos detrás de las cámaras, como testigos privilegiados del proceso creativo y los desafíos emocionales que enfrentan los personajes.

Esta exploración de múltiples capas de la realidad es uno de los aspectos más fascinantes de la cinta. Truffaut nos presenta una película dentro de una película, donde los actores interpretan a personajes que, a su vez, interpretan a otros personajes. Esta interconexión de roles y máscaras nos recuerda nuestra propia naturaleza, donde a menudo desempeñamos distintos papeles. ¿Quiénes somos realmente detrás de todas estas máscaras? ¿Cómo podemos reconciliar nuestras identidades internas y externas? ¿Quiénes somos nosotros en toda esta puesta en escena planteada por Truffaut?

El concepto de "La noche americana" también nos desafía a reflexionar sobre el poder de la narrativa y la construcción de historias. Al rendir homenaje a "Citizen Kane" de Orson Welles, nos recuerda que nuestras vidas son en gran medida una narrativa que creamos y contamos a nosotros mismos y a los demás. En última instancia, "La noche americana" nos enseña que la vida, al igual que el cine, es una experiencia compleja y multifacética. Nos muestra que la verdad y la ilusión coexisten en un delicado equilibrio, y que nuestro poder radica en nuestra capacidad para explorar y cuestionar nuestras percepciones.

El elenco de "La noche americana" merece un reconocimiento especial, ya que cada actor brilla en su papel. Jacqueline Bisset interpreta a Julie, y también a Pamela, la protagonista de la película en producción. Jean-Pierre Léaud es Alphonse, un actor inseguro pero talentoso, y Valentina Cortese interpreta a Severine, una actriz veterana y temperamental (hay una secuencia bellísima en que olvida, primero sus diálogos y luego la salida del set y por ello debe repetir la escena hasta el hartazgo). Así que sus actuaciones son convincentes y nos sumergen aún más en la atmósfera del set de filmación.

Finalmente, llegamos al clímax de la película. Ferrand logra completar el rodaje a pesar de los contratiempos y la tensión en el set. La última escena se filma con éxito y el equipo celebra el logro. La película termina, no podía ser de otra manera, con una sensación de triunfo y satisfacción, mostrando el poder del cine para crear ilusiones y unir a las personas en una visión compartida y así materializar la vida en algo definitivo, eterno. Truffaut ya nos lo advertía: “Me gusta filmar a la gente obsesionada con la idea de que las cosas pueden ser fijadas para siempre. Porque la vida es movimiento, decadencia, es el reino de lo efímero, y los que anhelan lo eterno van contra la corriente. Se estrellan de manera inevitable contra la realidad. La vida es por definición transitoria y avanza hacia la decadencia. Pero todo en nosotros nos empuja a aspirar a lo definitivo”[1]. Y yo no puedo estar más de acuerdo.

Ficha técnica:

Título: La noche americana
Título original: La nuit américaine
País: Francia, Italia
Estreno en Francia: 24/05/1973
Productora: Les Films du Carrosse, PECF, Produzione Intercontinentale Cinematografica (PIC)
Distribuidora: Warner-Columbia Film
Director: François Truffaut
Guión: François Truffaut, Jean-Louis Richard, Suzanne Schiffman
Reparto: Jacqueline Bisset, Valentina Cortese, Dani, Nathalie Baye, François Truffaut, Jean-Pierre Léaud, Alexandra Stewart, Jean-Pierre Aumont, Jean Champion, Nike Arrighi, Maurice Seveno, David Markham, Bernard Menez, Gaston Joly, Zénaïde Rossi, Xavier Saint-Macary, Marc Boyle, Walter Bal, Jean-François Stévenin, Pierre Zucca


Comentarios

  1. Excelente reseña. Una bella forma de entender la pasión por el cine del reseñista y su vinculación con la trama de la película que transita entre dos ficciones, una de ellas disfrazada de realidad tras bambalinas.

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    1. Mi amigo, el cine ha sido siempre un escape y una forma estar conectado al mismo tiempo. Esta película es particularmente hermosa y a mí siempre me recuerda que la ficción, por más poderosa que sea, siempre imita la realidad pero tiene el privilegio de encapsularla, porque la realidad pertenece al reino de lo efímero.
      Gracias por pasarte por esta entrada.

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