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El dolor de tener que crecer [Sobre "Nueve reinas" (2000) de Fabián Bielinsky]

Existimos personas las cuales no recordamos cosas de la infancia. Pero hay otras personas las cuales recuerdan el color de su primer juguete, la sensación al abrazar su oso de peluche e incluso que jugaban con un amigo imaginario llamado Red. Aunque, hay cosas que parece que nunca olvidaremos, por ejemplo, que hemos visto una película en donde un hombre quiere robar un banco y todo le sale mal, que aparecen hackers traídos de Alemania para entrar a las computadoras de una empresa millonaria sin ser detectado, que utilizan equipos sofisticados de explosiones y herramientas costosas para forzar bóvedas. Sabemos que vimos una película donde algún perdedor quiere robar un banco, pero no sabemos el nombre de dicha película. Todos quieren robar bancos en las películas, todos somos perdedores que mientras estamos haciendo la fila en un banco miramos alrededor buscando cámaras de seguridad, como si acaso pudiésemos robar algo. Así que no hace falta el querer recordar cuál es el nombre de la p

Amor y horror: otras formas vampíricas [Sobre "Déjame entrar" (2008) de Tomas Alfredson]

No imaginó Bram Stoker que la publicación de su Drácula a finales del siglo XIX desencadenaría una tendencia cinematográfica inagotable basada en el mito vampírico. Desde la ópera prima del género: Nosferatu (1922) de FW Murnau, pasando por vampiros intergalácticos en Planeta sangriento (1966) de Curtis Harrington hasta cazadores de vampiros en Blade (1998) de Stephen Norrington, el cine ha explorado todas las formas posibles de recrear el arquetipo del chupa sangre.
Peligrosamente pudiera afirmar que el Drácula de Francis Ford Coppola, encarnado por el grandioso Gary Oldman marcó la estética del vampiro contemporáneo: apuesto, intelectual, romántico, caballeroso, pero también despiadado y sanguinario; una mezcla característica de algunas películas posteriores a la adaptación de la novela del escritor irlandés.
Sin embargo, de vez en cuando aparecen filmes que, aunque respondan a los rasgos comunes del conde: alimentarse de sangre, poderes sobrenaturales como trepar paredes y la longevidad; exploran otras vertientes que le dan un carácter sino novedoso, tal vez experimental. Es el caso de "Déjame entrar" una película del sueco Tomas Alfredson. Este largometraje estrenado en el 2008 combina los géneros del terror y el romance para presentar una historia donde además de encontrarnos con una vampira impúber, es posible hallar temas como la amistad, los descubrimientos juveniles y el bullying.
Situada en la Suecia de los años 80, "Déjame entrar" narra la historia de Oskar (Kare Hedebrant), un niño víctima del abuso sistemático por parte de unos compañeros que a diario inventan formas de hacerlo sufrir. Solitario y silencioso Oskar pasa sus días leyendo y armando un cubo hasta que a su vecindario llega Eli (Lina Leandersson) una enigmática niña que le trastorna la vida.
Con Eli, Oskar comienza a sentir nuevas sensaciones que transitan entre la amistad y el amor. Mientras eso sucede, inicia la aparición cuerpos mutilados tirados en la nieve. Eli, la dulce niña de la cual parece haberse enamorado, es una vampira que "tiene 12 años desde hace mucho tiempo". Alfredson consciente de que el camino que está recorriendo (el vampirismo) ya ha sido atravesado hasta la saciedad, le imprime una vuelta a su obra. Lejos de crear a una vampira voluptuosa y taquillera, se la juega por una niña de apariencia enfermiza que en principio ni siquiera caza a sus presas. Su padre, como cualquiera que responde por sus hijos, mata por ella y recolecta la sangre que necesita. Pero por supuesto debe existir un giro; las cosas salen mal y ahora ella debe alimentarse por si sola.
Oskar, conocedor de los nuevos acontecimientos no cambia sus sentimientos por Eli, ha empezado a quererla y ella a él. Por un momento parece que no se tratara de un film de vampiros, sino de una historia bucólica de dos niños que descubren el amor; pero vuelve el horror, las mordidas, la sangre; la vampira ataca de nuevo sembrando la muerte a su paso.
La influencia de Eli ya se siente en Oskar, del niño retraído que no protesta ante la agresión de sus compañeros pasa a imprimir golpes en su defensa pero no le alcanza, la vampira entregada definitivamente al niño, lo defiende salvajemente como una muestra de amor.
"Déjame entrar" es una apuesta que explora otras formas de vampirismo. Alejada de la convulsión sangrienta de otras propuesta, avanza lentamente dándonos pequeños sorbos de lo que uno esperaría de un film draculiano porque el foco está en el amor primigenio entre Oskar y Eli. No se equivocó la crítica al postular la obra del director sueco como una propuesta cinematográfica que habla de lo mismo pero de otra manera.

Ficha técnica:

Título: Déjame entrar
País: Suecia
Año: 2008
Duración: 110 minutos
Director: Tomas Alfredson
Guion: John Aivide Lindqvist
Fotografía: Hoyte van Hoytema
Música: Johan Söderqvist
Actores: Kare Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Ika Nord, Mikael Rahm
Género: Terror y romance
Compañía: EFTI

Comentarios

  1. La producción audiovisual de "déjame entrar" es una visión amplia del amor y ver como este transciende, y como sobre sale del horror. También nos muestra, el abandono prencente que tienen los adultos en la vida de muchos niños.

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