Ir al contenido principal

El pez de piedra [Sobre «Audition» (1999) de Takashi Mike]

  El filme Audition de Takashi Miike puede categorizarse como un delirio onírico. La historia narra la vida de un hombre viudo que, impulsado por el deseo de rehacer su vida sentimental, organiza junto a un amigo una audición para una película inexistente con el fin de encontrar a la candidata perfecta para casarse. Sin embargo, lo que no imagina es que este proceso lo llevará a un infierno sangriento, cuyas consecuencias resultarán terriblemente dolorosas. Al reflexionar sobre la propuesta del filme, se pueden identificar diversas temáticas relevantes y significativas que merecen un análisis detenido. Quiero centrarme, sin embargo, en el rol femenino y las dualidades existenciales que el director nos invita a confrontar, como la virginidad casta y la violencia sádica. Al observar el mecanismo que utiliza Aoyama para buscar novia, se revela un entendimiento de la mujer como objeto, lo que implica una despersonalización de su esencia humana; una deshumanización que sugiere que la pre

El pez de piedra [Sobre «Audition» (1999) de Takashi Mike]

 

El filme Audition de Takashi Miike puede categorizarse como un delirio onírico. La historia narra la vida de un hombre viudo que, impulsado por el deseo de rehacer su vida sentimental, organiza junto a un amigo una audición para una película inexistente con el fin de encontrar a la candidata perfecta para casarse. Sin embargo, lo que no imagina es que este proceso lo llevará a un infierno sangriento, cuyas consecuencias resultarán terriblemente dolorosas.

Al reflexionar sobre la propuesta del filme, se pueden identificar diversas temáticas relevantes y significativas que merecen un análisis detenido. Quiero centrarme, sin embargo, en el rol femenino y las dualidades existenciales que el director nos invita a confrontar, como la virginidad casta y la violencia sádica. Al observar el mecanismo que utiliza Aoyama para buscar novia, se revela un entendimiento de la mujer como objeto, lo que implica una despersonalización de su esencia humana; una deshumanización que sugiere que la presencia del mal es, de alguna manera, femenina.

Por otro lado, la película plantea una necesidad imperiosa de interpretar cada uno de sus elementos. Imágenes como el teléfono, las ensoñaciones y el baile como forma de purificación nos conducen a la labor de desvelar el entramado de la historia. Al adentrarnos en la exégesis del filme, surge la necesidad de encontrar explicaciones para cada aspecto presentado, y a menudo se incurre en el error de asumir como evidentes lo que aparece a primera vista. Takashi Miike, sin embargo, transfigura lo que parece una historia romántica con rasgos dramáticos en una realidad hiperbolizada, donde las formas perversas terminan asustando por su cruda frivolidad. Así, Audition se convierte en una película inquietante, estimulante y ferozmente radical.

A partir de lo anterior, es evidente que la pieza audiovisual nos lleva a optar por una interpretación dicotómica, a menudo sin permitirnos bucear en el mar de lo borroso que trasciende la simple cuestión de los grises. De este modo, la película nos incita a tomar una postura en una dualidad bifurcada: la abyección y la tortura. No obstante, es fundamental destacar que esta interpretación, más allá de dicha dualidad, queda en nuestras manos. La clave interpretativa siempre estará en la mirada del espectador, pues el acto de elegir es totalmente personal. Al igual que en El túnel de Sábato, seleccionar una interpretación sobre otra pone de manifiesto nuestros propios mecanismos de análisis, que surgen de la película a través de nuestra visión del mundo.

En conclusión, Audition es un drama psicodélico marcado por la sordidez del entorno que habitan sus protagonistas, revelando el horror que se vive en la realidad cotidiana. Asami se presenta como una mujer vengativa, un arquetipo común en el cine japonés; sin embargo, la forma perversa en que se desarrolla la historia cautiva por su auténtica frialdad, constituyendo una receta perfecta para una película de horror con un trasfondo profundamente sustancial.

Año: 1999
País: Japón
Duración: 115 minutos
Director: Takashi Mike
Protagonistas: Ryo Ishibashi, Eihi Shiina
Guion: Dasuke Tengan (Novela: Ryu Murakami)
Fotografía: Hideo Yamamoto
Música: Koji Endo
Género: Terror
Distribuidora: AMANDA FILMS SL


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Nene, esto no es una canción de The Smiths [Sobre «(500) Days of Summer» (2009) de Marc Webb]

Es ese viernes luego del día 402 con tu Summer. Tienes cierta escena, digamos, tipo "Expectativas vs . Realidad". Estás tan convencido que puedes escuchar en tus adentros Hero de Regina Spektor. Entonces, la pantalla de tu vida se divide en dos, como un glitch en la matrix , una anomalía que muestra la divergencia entre tus sueños y la pared de la verdad ( Spoiler : no saldrá bien).  Eres el Tom Hansen de esta relación. Subes las escaleras, tocas la puerta y todo parece estar en orden. Ella abre y, desde aquí, las cosas ya no son como esperabas. No es igual el beso de bienvenida, ni la forma en que te conduce hasta la sala. No es igual la alegría al recibir tu regalo y definitivamente no es igual la animada conversación sobre el clima y el trabajo. Es aquí justo donde el programa de expectativas colapsa, y la desincronización entre lo que quieres y lo que realmente ocurre se hace evidente. Es un punto de ruptura, un crash emocional que encapsula la esencia de la vida: el c

La distancia perfecta [Sobre «Como el cielo después de llover» (2020) de Mercedes Gaviria]

La voz de una mujer le dice a un hombre que permanezca en el lugar por un momento. Luego le pide que mire hacia la ciudad. Están en lo alto de una montaña, el hombre permanece al costado de una escalera, más allá se ven los techos de casas incrustadas en el cerro y aún más allá se ven puntitos de luz como estrellas. Ese mismo hombre, el que está en pantalla y que no sabe cómo quedarse quieto, algunos años antes también fue solo voz y también estuvo detrás de una cámara y también llamó con palabras amorosas a la persona que estaba en el cuadro. En ese momento la persona en pantalla era una niña pequeña que jugaba en la tina de un baño en un lejano Medellín de los noventa. Los dos momentos, recuerdos, memorias, están plenamente conectados por un hilo firmemente tensionado y a punto de romperse. Este par de escenas, que podrían parecer acomodadas así por la única conveniencia de este texto, hacen parte del documental Como el cielo después de llover (2020) de Mercedes Gaviria. Sin embargo

Qué lentitud; qué frío: llorar te lastimará más los ojos [Sobre «The Lobster» (2015) de Yorgos Lanthimos]

Es uno de esos días donde aún sin llover, sin asomarse alguna neblina, todo lo percibes en un azul silenciado. Estás sentado en un banco debajo de un árbol, esperando el bus. Frente de ti logras ver otros bancos, unos tres. Están libres. Mientras miras hacia ellos, sientes inquietud. Crees recordar que has estado, en otra ocasión, sentado junto a alguien mirando sillas vacías. Luego estás seguro que has escuchado una canción con alguien, mientras esperabas un bus. Parpadeas y te percatas de algo: esos asientos vacíos que estás viendo ahora mismo te inquietan tanto porque te producen una sensación de vacío; de que has perdido algo. Bueno, mirar The Lobster (2015) de Yorgos Lanthimos es algo similar a esta sensación. Cada vez que miro el poster de presentación de The Lobster en algún teatro no deja de estar esa sensación de vacío. Trabajar el espacio en negativo para crear el contraste de un hombre abrazando a otra persona —la cual no está— es algo que te resulta atractivo al instante,